La demora parece indomable, como cuando te atrapa la noche y hueles sobre las paredes de la nada, que una piel blanca y deliciosa sangra y eyacula dolor. Pasaron tantas lágrimas sobre nuestras frentes, que su inevitable sumatoria me duele. No digas nada más, no pienses en qué pensar, sólo vuela con tus dedos clavados en mi pecho. Toma un pétalo muerto de girasol, y que su esclavitud muera en el espacio, llévala con tu piel a los jardines donde Dios olvidó la vida. Caen las lluvias que el verano parió, suben las hojas, sobre el centro encendido, ¿qué boca muerta esperaba tu vientre?, ¿qué imagen fría de galaxias distantes, de serpientes enlazadas como queriendo amar?

No me mires con tus ojos cansados, no me recuerdes cuando te llamen los sueños, toma una copa con anís y neblinas, bébela toda, con sorbos de profundo dolor. Que muera el silencio de esas eras sin vida, sin recuerdos de miel. Duerme tendida sobre sombras absurdas, sobre tus miedos, el otoño y el mar. Tenemos miedo, de despertar en el pasado, cargando bolsas de futuros lejanos. Hubo momentos de violines y sierras, donde chocaban las montañas perdidas, su pelo olía a madera y tabaco, mis dedos a los suyos y tu lengua se secaba en la noche.

Si tienes miedo, si tienes miedo, sabes donde tocarme, donde posar tu cabeza pesada. Mira este lienzo, donde escribimos la vida, donde el pequeño busca un espacio en el destino. Cuando caigamos en el centro de la nada, no sabremos como mover nuestras manos para romper el concreto y las sedas. Toma mi mano, sabes donde tocarme, donde buscar la canción de mi pecho. No quiero odio, ni temores ni sangre, míra sus ojos profundos, como selva quemada. Toma mi mano, sabes donde tocarme, no quiero miedos, ni rencores ni humaredas, no quiero genios sin lámparas ni botellas.

Besa a la muerte, toca sus pies temblorosos, donde la pena se siembra a sí misma, no tengas miedo, hazla tu hermana, no tengas miedo. Traga el anillo, que puse en tu mano, quema sus brillos sobre incienzos y mirras. Quita tus labios de la hiel del recuerdo, abre mi boca con los dedos o la varita del mago, mira en su centro a que huelen sus besos, si a tu aliento o a un pasado de estrellas.

Posa tu imagen junto al tranvía y la lluvia, sobre cualquiera que destiña el rojo de los pasados de Marte. Sube en la cresta de una onda invisible, donde el silencio olvidó sus botas. ¿Oyes esa voz muda?, ¿acaso serán tus pantuflas que lloran? Tenemos miedo, de despertar en el pasado, donde las noches no olían a caricias. Cuando esperabamos el tren en andenes distantes, no sospechábamos que el curso de las dimensiones cruzaría los rieles. Toma mi mano, sabes donde tocarme, sabes donde atrapar la serena potencia. Queremos ser libres, morir en un abrazo, aunque el dolor nos toque eternamente.

No mires hacia atrás, no dudes de mí, no temas el dolor que nunca existió.

1 comentarios:

Anónimo dijo...

es precioso.... aun tengo la capacidad de sorprenderme por lo que escribes... cada cosa y cada palabra la siento como si fuese mi aunque no la sea....
besos.... te kiere..
Ceci!