Modus Operandis


La vida tiene una sutil forma de actuar. La he visto violentar inmisericorde a cada desdichado que ha caido en la incerteza de abrazarla. Lenta y venenosa, fría y calculadora. Besa, jura, entrega, volviendo sus ojos almendrados y vivos hacia el corazón. Besa, jura, engaña, toca mis labios con besos de néctar, abraza mis sueños con su aroma natural, con sus labios maduros y maternales. Fuego, ventura, pasión y ternura, todo en un segundo y para siempre. Besa, jura, como jura, con el corazón de una ninfa inocente entre sus dedos delgados y estremecedores.

Culpable de creer en ella, de seguir sus aroma inmaterial. Maldita sea la vida, maldita su enfermiza forma de hacerme aferrarme a esa esperanza infantil y tonta de que el amor vendrá un día con sus brazos acogedores a fundirme en su pecho.

Ha muerto, juro que ha muerto.

Antes que la verdad absoluta está la creencia absoluta. Estúpido infantil, la vida no sabe amar, no concibe el amor, por eso quita de mí cada dulce amor que copa mi pecho. ¿Por qué juro mi negación absoluta? Es fácil de entender, ¿no crees? Y es que esta vez la certeza era absoluta. Hoy no olvidaré, ni hoy ni mañana, ni nunca.

Desde hoy seré un...excéptico. Sí, el más acérrimo, el más fundamentalista. ¿Dónde queda la magia ahora?, ¿dónde está el amor ahora? Sí, aquí, inclemente en mi pecho. Intenso y despiadado, azuzando a la ausencia a reirse de mí.

No es tu culpa, es mía...por creer en esta vida cruel y enferma.

Sabes lo que siento.

Sin Cesar...


Una Noche de estas, conversando a susurros antes de dormir.

-Tengo mucho miedo mi amor.
-¿Por qué?
-Porque siempre evito perder el control.
-¿A qué te refieres?
-No dejo que se me escape el corazón, pero ya se me escapó.

Callaste...

-Perdóname.

Silencio, tus dedos se colaron entre los míos, pero seguías callada.

-¿Y es que no debo amarte así?

Silencio, seguías inmóvil a mi lado.

-¿Es que el silencio quiere decir que no lo acepto?
-Es que...

Silencio, busqué tus labios con mis dedos, como queriendo comprobar que estaban inmóviles. ¡Exacto!, rezaban algo, algo que no podía descifrar.

-¿Qué dices?

Silencio.

-Eres tan complicada amor, ¿por qué no dices que me amas?
-¿Y si no te amo?

Esta vez el silencio era mío.

-¿No callarías tú si yo te dijera lo mismo y no me amaras como yo espero?
-No lo sé.

Silencio, mi corazón al borde del llanto.

Te acercaste a mi boca lentamente, yo temblaba de temor, ¿y si tus labios estaban amargos? "Cruel, destino cruel", me decía a mí mismo.

Tus labios blandos golpeaban los míos con vehemencia indómita. Te besé en silencio, aún con el corazón perdido en la confusión. ¡Dulces, tus labios estaban dulces!

-Te amo, te amo más que a mi vida, más que a mi vida y mucho más que eso.
-Te amo-tu pequeña, pero poderosa respuesta-.

Esa noche dormimos abrazados, con los labios unidos en un beso nocturno y mágico. Y la misma noche nos envidiaba y maldecía el destino cruel de no poder amar como nosotros nos amamos.