La Vida


La vida está desnuda frente a mí, hija del silencio y el caos de la existencia misma. Desnuda, tan dulce y deseosa, colmada de lujurias innombrables. Frente llana, inexpresiva. Bendita sea; rezan los impíos, ¿por qué?, ¿por qué si sus labios de fuente desgarrada asolan de sed la imagen viva de la gloria? Desnuda, dulce deseo, pechos juveniles y poderosos, brazos lánguidos y gráciles como lazos blancos que invitan a la contemplacion de su centro vital, su cintura transitoria sabe a prohibido. Vientre llano, fértil y dispuesto al amor, pubis poblado, azabache y noche rasgada. Muslos como mármol esculpido por los Dioses, pies pequeños y femeninos. Gloriosa, amante, mía.

La vida está desnuda frente a mí, como desnuda su conciencia. Los elementos besan su cuello, sus pechos indescriptibles, su vientre y su íntima viveza. ¿Por qué reza agitada a la genocida voz del creador?, acaso el morbo de mis ojos conquistadores, de mis labios que la besan a la distancia, de mi cuerpo que despierta y desea. Acaso la dicha de su voz perdida entre tenues gemidos de soledad. Dulces elementos, bendito sea el sabor que ha impregnado su cuerpo en las esencias. Vida ajena, lacaya incesante de la creación, estúpida incansable, ¿no buscas seducirme una vez más?

La noche acaba de alzarse plena, yo la miro despiadado, ¿de qué sirve tu majestuosa gloria si huirás luego del sol? Vida, desnuda y perdida en el éxtasis del placer corporal, yo la miro despiadado, con los ojos bañados de ira, con el corazón acelerado, con mis labios en los suyos. ¿Por qué me besas, por qué me desnudas ahora?, ¿por qué cuando tu cuerpo yace saciado de lujurias y caprichos carnales? Pecadora, no arranques de mí el patrón exacto, la llave maestra a mi plena decadencia.

Sucia hipócrita, valor de las masas inanimadas, tesoro supremo de los despreciados, digna servidora de la voz de la muerte. Santa, sagrada mentira.

La vida está desnuda frente a mí, desecha. Sus poros alzados me recuerdan el invierno, su vientre el rechazo, su intimidad el instinto. Viajo fuera de mí, asolando sueños, el viento silva como un niño exasperante en una noche de desvelo. Mujer indefensa, ¿es tuya la afrenta del invierno ventoso? Ahora imploras mi abrazo cálido, cuando tu desnudez desfallece en la inclemente escarcha.

Vida, eres frágil frente a mí, eres como un pétalo desterrado en la montaña, eres lo que eres, nada más que la vitalidad de mi ser, a mi merced y voluntad.

(Inspirado en una mujer desnuda y sin nombre).