Confundido con la hora...entre las 20:48 y las 19:48...¿la verdad? yo quiero que sean las 20:48, "falta para las nueve", dirías tú. Me gusta cuando dices así, es tan atípico, tan tuyo...es tan atípico como una mujer como tú...

Diosa mía, tengo una historia que contarte.

Dos y un minuto, la tarde se alzaba juvenil y altanera, el sol corría lejos en el universo, mas en la lejanía de mi pequeñez se veía cansado y perverso. Yo buscaba un haz de sombra y brisa que me recoradara un beso en los labios, el que fuera, nada en particular...me acerqué a la prosapia malentendida de tu calle, un carro colonial, un viejo jorobado y pordiosero que me saluda buscando algo de atención, me pregunta por ti, "no sé", le respondo y al voltear remato con un "¿qué te importa?". Regresé luego de mi pequeño arranque de agresividad. Miré hacia el balcón y cerré los ojos, me saludabas con una sonrisa albina y sincera, tus labios dibujaban amores bañados de gloria, "te amo" dije con más voz de alarido que susurro nocturno. Abrí los ojos, el viejo jorobado me miraba con cara de desconcierto. Un gesto poco amigable y a seguir caminando.

San Martín, ruidosa...las bestias grises y azules rugían sin contemplación de nada, en ellas pequeños seres dormían antes de sus hégiras impetuosas, portaban alforjas cargadas de anhelos, algunos, al despertar de sus somnolencias particulares me miraban con ojos de sobrecogedora inexpresividad. "Antes la Ángel se paraba solita allá donde ahora hay unas cintas que dicen PELIGRO". Sin quererlo me vi en el Terminal de Puerto Montt, esperando a el comienzo de mi viaje de vientidós horas a mi tierra natal. Me vi solo, resignado a tu ausencia, a la soledad.

Camino agotado, las almas habían abandonado Concepción casi por completo, momento perfecto para recorrer un par de cafés, si tan sólo hubieses estado allí, hubiésemos tenido tiempo para buscar el "Cafecito", caminar de la mano y conversar de lo que fuera...

La noche...en fin, vestida de luciérnagas amarillas y verdes, y violetas y blancas me llama a contemplar tus labios. Los soñadores, célibes entregados y silentes del desconsuelo, ¿qué buscan en el cielo los hijos de las estrellas? Heme aquí, superior y bendito, divinizado por tu aliento de mieles y delicias, heme aquí, magnífico de besos tuyos.

Pero...¿dónde estás?, ¿en qué tierra ignota se vierte la dulzura de tu vientre níveo?

Amor, amor mío, te amo...simplemente Te Amo.

Mi sueño es hacer tus sueños realidad...