La entrada anterior acabó con mi paciencia, la publiqué unas diez veces, sólo para ver que una parte importante se perdió por ahí, condenada a un basurero en internet.

Odio pensar que, sin mediar provocación, el azar intenta hacerme la vida imposible, golpearme con un abanico, con un movimiento tristemente elegante. Odio pensar que sin importar mis esfuerzos, llegaré al mismo destino, desterrado de la realidad. Condenado a ser un ratón literato que roe las paredes en búsqueda de la libertad, que recoge restos de cielo, de desamores y esperanzas, para cocinar una pasta insípida aunque de aspecto atractivo. No crean que las infusiones y recetas están de moda, sucede que sólo recién anoche probé el sabor de lo que escribo. No sé qué le falta, quizás la sal de las lágrimas o la dulzura de los sueños, quizás el agrio de la suma y las restas.

No me arrepiento de lo que siento ahora, a pesar que signifique odio e infidelidad. No me arrepiento de buscar el aroma de su pelo en todo momento, de buscar el contacto breve con su piel suave. No me arrepiento de lo que siento y lo que sueño, aunque signifique odio. Porque se me estremece el corazón en cada segundo, en cada silencio, en cada palabra y cada sonrisa. ¿Y qué importa la imposibilidad?, para soportar imposibilidades es que fui creado. No para tener una vida fácil, no para que la vida me abrace maternalmente y me regale su corazón entero.

Vas a sufrir, me decían ellas, nunca les creí, ahora me acerco al triste final, lo sé, lo puedo sentir en el aire, en el pecho, cada vez que me mira y sonríe, en cada gesto que me destroza el corazón y luego me hace fluir con el aire. ¡Años de mi vida!, ¡los más importantes, los que más recuerdo, lo que determinaron quién y cómo soy! Y ahora, descarado olvidadizo, recuerdas que una mañana de Noviembre la viste como mujer y soñaste con su desnudez inocente, cuando tan sólo pensarlo era un pecado capital, digno de una visita al sicólogo (PSICÓLOGO para la Coté).

Aún así, el dolor se ha transformado casi en una necesidad literaria. No tengo miedo, aunque sé lo que es sufrir por esas causas. Mi futuro me lo agradecerá, inocente de crecer, víctima de mi mismo. El camino fácil y el valiente, todo en uno, ¿qué más esperar?

Ahora, quiero volver a soñar lo que soñé anoche, libres de amar y desear, en mi memoria imaginaria, en mi recuerdo imaginario, en mis más locas y dulces imaginaciones.




Saludos para la RAZA, Mono, Vix, Yupi, El Perrito y Waka, ahora ya te puse tu apodo.

Para mi bella familia que me espera en la undécima región. Mamita, Familia, Cuerpo, mi Wely y Tía Anita.

Coté, gracias, eres muy bella conmigo, te perdiste el banco, nunca lo vi tan vacío, que te vaya bien en Santiago, cuídate. Te quiero muchito.

Kari, te estoy esperando, ¡aparece pronto!, estoy contigo querida, te quiero muchito.

Laurita, estuvieron buenas las clases de Surf, aunque me caí más que tú.

Eso…cuídense todos, y gracias por leerme y por comentar aquí.