Sí, he estado medio callado, no por falta de vivencias, sino, básicamente, por falta de ganas de compartirlas.

Días intensos, demasiado.
Poco a poco me voy sintiendo menos capaz de escribir.
La luna no está conmigo, lo peor es que se quedará lejos de mí, al menos hasta que podamos hablar. Recordar el pasado me alegra, me inspira, me llena de sensaciones. Pero no es sano seguir pensando en ello. No me escapo mucho del viejo que leía novelas de amor, saboreando recuerdos, patético colega, patético hermano de armas, patético retrato de mi propia figura en la hostilidad invisible. Éramos culpables, lo sabíamos y callábamos, éramos culpables, pero eso no importaba. ¿Cuántas lunas nos vieron caer en el silencio y la negación?, ¿cuántas lunas nos vieron condenados por ser fieles a la inocencia?
Lloraban los campos lejanos, las voces eran una sola, las caricias estaban perdidas en el silencio. Nada era como ayer, nada seguía la ruta que juntos trazamos con pétalos de ensueño. Éramos culpables de amar la inocencia. ¡Cállate!, que no haya motivos en la penumbra, ¡cállate!, ¿no es tu culpa que las caricias se transformaran en lágrimas?
Había olvidado que la poesía sólo dibuja lunas de sangre y mansiones ignotas. Había olvidado tu nombre, había olvidado que más allá de los sueños se erigen tus reinos abismales y fríos, tus dominios amarillos y rojos, donde el llanto es la pincelada, la obra maestra.
Pequeña hermosura inconclusa, ¿dónde perdiste el corazón?
Pequeña rosa de carbón y noche, ¿dónde perdí tu mirada?, ¿en qué abrazo, en que caricia, en que aliento?
Tus dedos son estrellas, agujas de luz eterna que atraviesan el corazón de los océanos, ¡no lo mereces!, eres llaga en la apacible noche, eres el centro de la galaxia ensangrentada, ¿y quién escucha mis ruegos?, sólo tú, en el centro de la galaxia muerta.
¡Oh, pobre de aquél, pobre de aquél! ¿Por qué lloran las azucenas?, ¿por qué no buscan en el corazón de la tierra la estrella que en silencio desterró para siempre?
¡Oh, pobre de aquél, pobre de su sangre! ¿Por qué busca la estrella que las azucenas no pudieron encontrar?
Hay un haz de mi poesía en la frontera de su cuerpo, hay un verso desterrado al olvido que duerme en su boca, hay un pétalo en sus mejillas que la visita en el rubor, hay un beso de mi boca que cayó sobre su vientre, hay un beso de mis versos que cayó sobre su pecho.
¿Dónde dejamos el ayer?, lo sé. Dormido en la maldita inocencia, dormido en la galaxia muerta, dormido en las lágrimas ajenas.
Saludos para mi familia y para familiar, para mi mamita, para mono y la Andrea, para los wiines en general, a Yerko y Kamayín, para musculín que nunca me visita, para Vex y para Alex (is), gran tarde la del sábado, para la Laurita que desapareció (¡regresa!). Para la Sally que a veces me habla, para la Pauli que me ha vuelto a sonreír, para la Ceci, que se olvida de mí cada cierto tiempo. Saludos a la Coté que me debe una conversación muy larga, no creas que no te quiero.
Gracias por los comentarios que han dejado, gracias por los que dejarán, gracias por apoyarme y gracias por la alegría que me dan.
Me despido.
Hasta luego.